Las moradas filosofales: Fulcanelli

Las moradas filosofales también conocido como las moradas filosofales y el simbolismo hermético en sus relaciones con el arte sagrado y el esoterismo de la gran obra (Les Demeures Philosophales), es un tratado de alquimia, del escritor francés Fulcanelli, fue publicado por primera vez en Paris de 1930.







Este libro esta estructurado por dos libros:
El libro primero:
  • Historia y monumento 
  • Edad Media y Renacimiento 
  • La alquimia medieval 
  • El laboratorio legendario 
  • Química y filosofía 
  • La cábala hermética  
  • Alquimia y espagiria
El libro segundo:
  • La salamandra de Lisieux 
  • El mito alquímico de Adán y Eva
  • Lous d'Estissac, gobernador del Poitou y de la Saintonge,gran oficial de la corona y filósofo hermético 
  • El hombre de los bosques, heraldo místico de Thiers
  • El maravilloso grimorio del castillo de Dampierre
  • Los guardias de escolta de Francisco II, duque de Bretaña
  • El reloj del sol del palacio Holyrood de Edimburgo 
  • Paradoja del progreso ilimitado de las ciencias
  • El reinado del hombre
  • El diluvio
  • La Atlántida 
  • El incendio 
  • La edad de oro

A continuación una extracción del prefacio de la primera edición:
Considerada largo tiempo como una quimera, la alquimia interesa cada día más al mundo científico. Los trabajosde los sabios acerca de la constitución de la materia y sus recientes descubrimientos prueban con toda evidencia la posibilidad de disociación de los elementos químicos. Ya no se duda ahora de que los cuerpos tenidos por simplessean, por el contrario, compuestos, y la hipótesis de la insecabilidad atómica apenas encuentra ya partidarios. Lainercia decepcionante desaparece del Universo, y lo que ayer se consideraba herejía se ha convertido hoy endogma. Con una uniformidad de acción impresionante, pero en grados diversos, la vida se pone de manifiesto enlos tres reinos de la Naturaleza, netamente separados antaño, y entre los cuales ya no se hace distinción. El origen y la vitalidad son comunes al triple grupo de la antigua clasificación. La sustancia bruta se revela animada y losseres y las cosas evolucionan y progresan en transformaciones y en renovaciones incesantes. Por la multiplicidad de sus cambios y de sus combinaciones, se alejan de la unidad primitiva, mas para recuperar su simplicidad original bajo el efecto de las descomposiciones. Sublime armonía del gran Todo, círculo inmenso que el Espíriturecorre en su actividad eterna y que tiene por centro la única parcela viviente emanada del Verbo creador.

Así, tras haberse alejado del recto camino, la ciencia actual trata de volver a él adoptando, poco a poco, lasconcepciones antiguas. A la manera de las civilizaciones sucesivas, el progreso humano obedece a la ley indudabledel perpetuo recomenzar. Respecto a todos y en contra de todos, la Verdad acaba siempre por triunfar, pese a sulento avance, penoso y tortuoso. El buen sentido y la simplicidad se sobreponen, tarde o temprano, a sofismas y prejuicios. «Puesto que nada hay escondido -enseña la Escritura- que no deba ser descubierto, ni nada secreto queno deba ser conocido.» (Mateo, X, 26.)

Sin embargo, sería erróneo creer que la ciencia tradicional cuyos elementos ha reunido Fulcanelli se haya puesto,en la presente obra, al alcance de todos. El autor no ha pretendido eso en absoluto, y se engañaría del todo quienesperara comprender la doctrina secreta tras una simple lectura. «Nuestros libros no son escritos para todos -repiten los viejos maestros-, si bien todos son llamados a leerlos.» En efecto, cada uno debe aportar su esfuerzo personal, absolutamente indispensable si desea adquirir las nociones de una ciencia que jamás ha cesado de ser esotérica. Por ello, los filósofos, con objeto de esconder sus principios al vulgo, han cubierto el antiguoconocimiento con el misterio de las palabras y el velo de las alegorías.

El ignorante no es capaz de perdonar a los alquimistas que se muestran tan fieles a la disciplina rigurosa que hanaceptado libremente. Mi maestro, lo sé, no escapará al mismo reproche. Ante todo, le ha sido preciso respetar lavoluntad divina, dispensadora de la luz y de la revelación. Así mismo, ha debido obediencia a la regla filosófica,que impone a los iniciados la necesidad de un secreto inviolable.



Las moradas filosofales: Fulcanelli
En este enlace se puede ver o descargar:
http://www.upasika.com/docs/fulcanelli/Fulcanelli%20-%20Las%20moradas%20filosofales.pdf

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